En un canal de comunicación tan visual como puede serlo la moda, el color no recibe toda la relevancia que merece.

Y es que la elección de qué color queremos vestir no es solo una cuestión estética dividida en colores bonitos y colores feos, porque los colores tienen significados. Algunos vienen definidos por lo que el propio tono nos produce, como en el caso de los rojos que simbolizan la calidez y la pasión, o los azules, que representan la frialdad y la tranquilidad.


Alejandro Robledo sobre los Tonos Hetero

Pero estos significados se amplían y evolucionan, amoldándose a las circunstancias históricas que rodean el uso o fabricación de esos colores, como ocurre con los púrpuras, que se convirtieron en los representantes de la monarquía al ser un tinte extremadamente complicado de conseguir, reservándose el lujo de vestirlo a las máximas autoridades. Y estos significados se han ido estableciendo y heredando hasta hoy, afectando directamente a la moda de nuestros tiempos.

A principios del siglo XIX, tras la Revolución Francesa, culminó un período de excesos para las clases pudientes y nobles, lleno de adornos y colores en los vestuarios masculinos y femeninos. Los hombres, encargados de trabajar y de los negocios, redujeron la ostentación de su vestimenta para evitar recrear la discordia que culminó en la Revolución de 1789. Querían llamar menos la atención y fue así como poco a poco se redujo la ostentación de vestuario masculino, que fue perdiendo adornos y bordados y, sobre todo, el color. Empezaron a usarse colores más parcos como los negros, los azules o los marrones, que pasaban más desapercibidos entre los tonos de las ciudades y se asemejaban más a los colores a los que tenían acceso las clases obreras. El lujo y la ostentación en el vestir se reservó a las mujeres, quienes se habían convertido en los expositores de los logros de sus marido: ellos hacían el dinero y exhibían todo aquello que podían pagar a través de las joyas y vestimentas de sus esposas, para deslumbrar al resto de la sociedad.

Quizá esto suene a una historia lejana, de hace muchos años, sin embargo esta segregación cromática aún es uno de los pilares en la moda occidental de hoy, aunque quizá de una forma más relajada. Seguimos viviendo en un mundo donde lo masculino y lo femenino son ideologías vinculadas a los hombres y a las mujeres respectivamente, y nuestra idea de esos conceptos, pese a los esfuerzos por cambiarlas, siguen bebiendo de los siglos pasados.

Basta con ir a cualquier tienda y dar una vuelta por la zona de moda de mujer para ver una variedad de tejidos y colores y ponerla en comparación con la sección masculina. La ropa de hombre es mucho más restringida en tejidos y formas, y desde luego, en el uso de los colores. Para ellos se suelen elegir tonos apagados y poco puros que dan la sensación de ser colores ensuciados para no ser tan brillantes y llamativos: granates, azules, grises, negros, beiges y caquis son las apuestas más recurrentes en la vestimenta del hombre.

Estas imágenes son el resultado de buscar “moda masculina” en Internet. Se puede ver que, en general, la gama cromática es bastante restrictiva:
Y esto no es bueno, no sólo porque priva al hombre de una gama cromática mayor, sino por lo que esta limitación representa y perpetúa; una idea de masculinidad que limita el desarrollo de las personalidades de los hombres encasillándoles en la sobriedad y la seriedad, enseñándoles que no deben llamar la atención con su vestimenta y estética, porque eso es algo que deben hacer las mujeres. Y tan firmes son estos muros que cuando un hombre se atreve con el color y concede a su estética un cuidado mayor del permitido, el mundo se permite hacer juicios de su masculinidad, porque si cuida tanto su aspecto, entonces ya no es tan hombre.

Habrá quien piense que esto es una exageración y que el uso del color no es tan significativo, pero ¿no creemos todavía que el rosa es de mujeres y el azul de hombres?

Harry Styles durante su girando llevando un traje de hombre en color rosa.

El color del traje acaparó muchos comentarios e incluso fue catalogado de forma exagerada como un paso hacia la ruptura de roles de género. Aquí un artículo en Teen Vogue como ejemplo de la revolución que causó.


Imágenes cortesía de Alejandro Robledo.

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Layout por Michael Padilla.